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Historia

La Perla de Gran Precio surgió por iniciativa de Lissette Alonso, directora ejecutiva de la entidad, quien en 1986 recibió un llamado para atender a personas con problemas de adicción que vivían en la calle. 

 

“Siempre digo que La Perla de Gran Precio nació en el corazón de Dios porque un día íbamos para San Juan un grupo de amistades y yo, y les dije que quería bajar a La Perla. Esto fue en 1986 cuando la gente no bajaba para allá. Ese día, mientras nosotros estábamos allí, surgió una redada y vi cómo sacaban a las personas usuarias, lo mal que las trataban. Eso a mí se me quedó en la mente y en el corazón”, rememora.

 

Ese mismo día le pidió a una usuaria que la llevara a un “hospitalillo”, donde fue testigo de las condiciones de vida de muchas mujeres con problemas de adicción. “Recuerdo que fuimos a donde una que estaba casi muriéndose y empezamos a hablarle. Hicimos una oración por ella, y de momento, se empezó a sentir bien y nos pidió un plato de arroz con habichuela. Ese testimonio se regó por La Perla y desde entonces empezamos a ir todos los sábados con una caja con antibióticos y gasas para limpiar úlceras a las personas”, narra sobre los inicios de esta organización que ha servido a miles de personas desde su fundación.

 

Después de cuatro años de intenso trabajo en la comunidad La Perla, en 1990 se formalizó el proyecto surgiendo La Perla de Gran Precio Inc. El primer logro de la entidad fue abrir en 1991 un hogar de mujeres —que sigue operando— para atender a mujeres con problemas de adicción, así como con VIH/Sida, que estaban viviendo en la calle. En ese entonces, era mucho el desconocimiento y los prejuicios que existían sobre esta enfermedad que acabó con la vida de millones de personas. Alonso y el personal que laboraba con ella, tampoco eran expertos en el tema, pero sabían que nadie merecía ser tratado sin dignidad. “Nos tiramos a ayudarlos, a acompañarlos, a que echaran hacia delante. Vimos muchas mujeres bien graves que murieron, pero lo hicieron con dignidad, limpias, atendidas, y otras que salieron perlas y hoy día están súper bien”, comparte con emoción.

 

La Perla de Gran Precio impacta actualmente a cientos de personas diariamente a través de sus diversos proyectos. El que visita la fundación sale convencido del trabajo que realizan, pues se refleja en los rostros de cada uno de los y las participantes que lo único que tienen son palabras de agradecimiento para Alonso y todo el equipo de trabajo que labora día a día en la entidad. La satisfacción principal de la directora ejecutiva es ver el cambio y resurgimiento de cada una de estas personas, por las que lucha día a día para que tengan un trato digno y una nueva oportunidad en la sociedad. Ella está convencida de la importancia que tiene La Perla de Gran Precio para el bienestar de estas personas que, si no fuera por esta organización y otras, sería incierto su futuro. 


“Creo que las organizaciones sin fines de lucro son la clave para las personas sin hogar porque es una población que está muy dolida, que le ha pasado mucha cosa, que viene con unas heridas terribles, y las organizaciones sin fines de lucro precisamente estamos por visión. En mi caso, por llamado. Es un compromiso que dudo que lo pueda tener el gobierno. Creo que las organizaciones sin fines de lucro son la clave”, concluye.

¿Por qué La Perla de Gran Precio?

El origen del nombre de la organización responde a dos razones. La primera porque el proyecto surgió a raíz de varias experiencias en la comunidad La Perla, y la segunda, por un pasaje bíblico que habla sobre un hombre que fue a comprar perlas, pero encontró una de gran precio. Para Lissette Alonso, todos los y las participantes de este proyecto son precisamente “perlas de gran precio”. 

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